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5 PATRIOTAS

En estos momentos difíciles

En estos momentos difíciles
FIDEL CONTINÚA HACIENDO HISTORIA

Por GUSTAVO ESPINOZA M. (*)

Que una persona próxima a cumplir los 80 años sufra desarreglos gástricos y hemorragias internas, y que ellas ameriten una intervención quirúrgica, constituye un acontecimiento casi cotidiano en el mundo contemporáneo. Pero si ese hombre es Fidel Castro, el hecho genera una verdadera conmoción internacional al mismo tiempo que suscita las reacciones más primitivas en la gusanera de Miami, que sale a las calles a cantar victoria esperando una ceremonia fúnebre que le devuelva la alegría.

Fidel castro, el Comandante de América, el líder de la Revolución figura, y la figura más emblemática de los pueblos que luchan en nuestros tiempos por la dignidad y la justicia; ha soportado un duro ritmo de trabajo en los últimos años superando todas las adversidades, los ataques más aviesos y hasta los vaticinios de sus enemigos. Hoy, en el extremo de la inclemencia, se ha visto forzado a abandonar transitoriamente sus funciones de Poder y ceder el mando a sus compañeros de lucha para que el país no se vea afectado por las crecientes presiones imperiales.

Lo ocurrido en La Habana, a partir de las 6 y 22 minutos de la tarde de ayer ha generado una extensísima crónica informativa de la CNN, pero también las más diversas especulaciones de comentaristas y críticos algunos de los cuales no han perdido la ocasión de mostrar su mala entraña, deseando lo peor a Cuba y al mundo: el descalabro del país y una guerra interna.

Contrariamente a todos los augurios los cubanos –y los amigos de los cubanos en el mundo- hemos reaccionado con serena tranquilidad. Somos conscientes que la vida tiene sus propias leyes, y que la voluntad de los hombres siempre tiene límites. Pero sabemos también que los avances científicos de un pueblo bien logrado están hoy a disposición del Comandante en Jefe de la Revolución Cubana y que entonces el hombre no podría estar en mejores manos.

Sabemos, además, que el Gobierno, el Partido y el Pueblo, están preparados para las más diversa contingencias, como lo ha demostrado el hecho que las últimas horas hayan transcurrido en las ciudades y los campos de Cuba en el marco del mayor orden y la más tranquila serenidad.

Todos esperamos, en efecto, que Fidel supere este momento gris y amargo que lo ha postrado transitoriamente y que prosiga en el tiempo por venir, siempre al lado de las causas más justas.

Los “grandes medios” han aprovechado la coyuntura para desatar las especulaciones más antojadizas en torno a una supuesta “transición” cubana, como si el país estuviera en la voluntad de irse de un lado a otro, cambiar –quizá- su lugar en el mundo, y situarse –tal vez- al lado de los opresores, al costado, por ejemplo, de los que matan hoy al pueblo iraquí, o arrasan las aldeas libanesas.

Sin duda que no. Cuba no ha transitar por ese derrotero para encontrarse con George Bush. No sólo están de por medio las conquistas de su pueblo y de su Revolución, sino también la dignidad del mundo. Tendría que morir Martí para que semejante afrenta pudiera ocurrir. Y todos saben que Martí es inmortal y que su ejemplo vive cotidianamente en el rostro, en la voz y en la palabra de los cubanos de muestro tiempo.

Hay quienes se preguntan qué ocurrirá en Cuba si Fidel desaparece. Unos lo hacen con mala fe, convencidos como están que hay que acabar con el ejemplo de ese pueblo a cualquier costo. Otros, con preocupación o con temor, pensando quizá que la Revolución Cubana pueda tener vida corta o afrontar riesgos. A todos les decimos con la fe del carbonero que no hay motivo alguno de preocupación. Fidel no ha de morir.

¿Acaso alguien cree, por ventura, que Simón Bolívar está muerto? ¿Alguien piensa, acaso, que San Martín ya no existe, que Mariátegui ha desaparecido hasta diluirse en las tinieblas? No, ciertamente que no. Ellos viven en la cotidianeidad de nuestro tiempo. Están en las luchas de todos nosotros. Con sus nombres en los labios combaten los trabajadores y los pueblos en las más diversas latitudes y en los más apartados confines de nuestro continente.

Las figuras de la historia -y Fidel lo es, sin duda alguna- no mueren nunca, porque la muerte es sólo el olvido.

Puede ocurrir que un líder revolucionario desaparezca físicamente de un determinado escenario, pero son ingenuos -por decir lo menos- los que creen que eso significa que ya no exista. Su vida, su obra, su ejemplo y su lucha siguen tan altas como siempre en la medida que su nombre y su causa son enarbolados por su pueblo.

La gusanera de Miami no tiene, entonces, motivo alguno de jolgorio. Muestra su escasa dignidad cuando se solaza con el dolor ajeno, pero carece de sentido su entusiasmo. Al lado de su pueblo, Fidel continúa haciendo la historia. (fin)

(*) Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera

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